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¡Que alguien apague eso!

Se escucha música en el cuarto. Retumban las ventanas de todo el edificio, pero parece que a la única que le importa es a la mujer del segundo que se asoma a la ventana a chillar lo mucho que le indigna. El problema creo, es que no está familiarizada con ese estilo y aunque sea de su época, no le llega al alma por mucho que haga que su cuerpo tiemble. Se escuchan palabras entrecortadas y solo he sido capaz de distinguir la palabra policía un par de veces. No sé qué hará el colgado de la música, pero no teníamos noticias de que estuviese sordo como para excederse de esa forma con el volumen. Mi madre dice que es una mierda de música, yo la insisto en que su único problema es que no está en las mejores condiciones para disfrutarla.

Tras un intercambio de opiniones con la señora del hogar me marcho a mi habitación. Todos los sábados por las mañanas acostumbraba a escuchar algún disco nuevo, pero ese trabajo quedó legado a la música que se colaba por estas horas cada semana. Lo único que me fastidia de ese tío es que cambia muy poco de repertorio. Siento envidia de poder cometer un acto tan valiente como el de superar las barreras marcadas por paredes ajenas. Yo gritaría con fuerza que nunca parase, pero lamentablemente no me escucharía y pasaría a ser uno más de lo amenazados con responder ante la policía local. Ni soy tan famoso en el barrio, ni en mi bloque de vecinos. Me parece estúpido intercambiar palabras con gente de media sobre los cincuenta años. Cuando he tenido oportunidad de hacerlo, al decirles que me dedicaría a vender comics de astronautas que viajaban a la Luna para ponerse hasta las trancas de droga y que eso explicaba el color del satélite, lo mejor que sacaba era una expresión de sorpresa inocente.

La nevera de mi cuarto repleta de cerveza es la mejor inversión de la historia. Ni siquiera esa enciclopedia en la que se gastó casi mil euros puede hacerme tan feliz, a pesar de tener ahí los mejores y más importantes conocimientos. Ese: -Papá, no te gastes dinero en basura propagandística y que pronto se quedará obsoleta- de nada sirvió. Mi padre con fe ciega en que sería el mejor regalo que jamás recibiría, ignoró mis palabras. En realidad el mejor regalo ha sido la vida, porque con ella he descubierto que hay miles de maneras de poder malgastarla y bebiendo el amargo brebaje de cebada no me canso demasiado. Además, eso del nuevo abre fácil hace que me canse menos abriéndolo. No es que me dedique a mucho más, no os dejéis engañar por este comienzo tan trepidante, nadie se ha guardado la mejor parte para el final.

Mi oficio consiste en vender seguros puerta por puerta. Si conservo mi trabajo es porque soy autónomo y no rindo cuentas a nadie. Es jodido poder ver cómo tu vida se va a la mierda y no poder arremeter con tu superior. Mi barba de dos meses, esa maraña de pelo y mi entrecejo hacer desconfiar a la gente. Lo que realmente no se dan cuenta es que al tener esas pintas, vendo menos y podrían sacar una oferta mejor. Ni siquiera se molestan en abrirme la puerta, ni las ancianas que se sienten solas se atreven, aunque para que repitan como mi abuela lo guapo que estaría si lo llevase todo arreglado... Si es que si nos ponemos exigentes, tendría con mis treinta y cinco años una familia, sería rico y tendría una piscina donde remojarme cada verano el culo.

La única realidad es que de lo que se puede arrepentir una persona es de no haber perdido el miedo a ser quien es. Tanto esfuerzo invertido en ocultarle al mundo lo que es levantarse con los ojos hinchados, esas ganas de matar a alguien y ese mal aliento que echa a cualquiera para atrás. Lo complicado que es cada día lograr convencer a alguien de que eres una persona que ha logrado ser uno mismo con todo lo que ello significa y que además te compren un seguro. No lo hacen porque alguien como yo debería morirse sin que nadie se entere. Pasar inadvertido por los ojos de cualquiera y que si me descompusiese en un vertedero, nadie pudiese reconocer mi olor. Nunca odié el mundo, pero por mucho que haga, ni siquiera él se esfuerza en que llegue a ser así. Es que cada día tengo que tragar lo mismo, así que sin sorpresas me niego a sentir algo tan fuerte.

1 comentario:

  1. No solo es duro vivir, sino que además es un logro ser quien tu eres. No creo que haya que rendirse sino buscar otra alternativa, lo estoy descubriendo ahora. pero entiendo lo que dices de que es dificil mostrarse tal y como uno es y que cada casi todo el mundo tenga la palabra correcta a "como deberias ser" lo he sentido , lo he vivido y por eso , este micro es tan bueno. Pura realidad , ni más ni menos. Tomo nota. A ver si te leo más seguido que ultimamente me es imposible encontrarte. por el momento, te sigo desde blog para tenerte entre mis contactos ¿vale? Feliz noche.

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