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Balas derramadas

Noche como cualquier otra, en el bar de siempre, la misma gente de siempre. La noche se acercaba y era hora de relajarse de un largo día en la oficina. Los días se hacían largos y eternos en el verano, era complicado buscar pruebas, colocar papeles y cerrar casos en días tan calurosos. Mi compañero Lewis estaba entusiasmado como siempre con el nuevo caso, siempre contaba todas las posibilidades con los pocos datos que nos habían dado, yo mientras dejaba que la cerveza se fuese vaciando trago a trago mientras observaba el ambiente. Las caras se hacían aburridas de tanto verlas, mi compañero no conseguía detener su lengua desenfrenada y yo tenía con gran disimulo hacer que le escuchaba. Tras un tercer vistazo no pude evitar fijarme en un hombre de cabello oscuro como sus ojos, mirada perdida y sorprendentemente mal afeitado, no eran los típicos fallos en los que te dejas alguna zona con vello, tenía media cara afeitada. Me sorprendió tanto su aspecto que tuve que preguntar a mi viejo amigo quién era. Lewis sorprendido no supo que contestar y siguió hablando.

El denso humo se oponía entre él y yo, su cigarro se quemaba rápidamente con cada calada provocando una gran humareda escupida de la boca del nuevo individuo. Estaba solo sentado en una mesa lejana a la nuestra, leyendo el periódico diario con gran serenidad y un vaso de whisky medio lleno. Parecía ausentarse de todo jaleo que había en aquel tugurio y con gran pasividad lanzaba una mirada de desprecio a aquellos que hacían mayor ruido de lo normal. Pasaba las hojas con gran cuidado y parecía interesarle mucho que leía.
Había algo en él que no acababa de convencerme y no podía mirarle sin pestañear. Estoy seguro de que se había dado cuenta de lo que estaba haciendo pero sin más seguía con su actividad. Me inquietaba tanta tranquilidad su persona, por ello me acerqué sin más a él. Tras esquivar a varios hombres ya con dificultades para controlarme me planté delante suya y le ofrecí mi mano, él sin cambiar su rostro me correspondió el gesto, me presenté al igual que él. Señor Durmant se llamaba, al parecer trabaja en la fábrica como jefe de planta, a pesar de cederme tanta información seguía sin convencerme.
-Míreles, ¿no siente lástima ante tan pobres bestias? Yo cada mañana al verles entrar con su cara de infelices siento un gran desprecio, no saben más que ponerse borrachos en la noche para llorar lo que les hacemos sufrir en las mañanas en la fábrica. No vale la pena atender a estos idiotas, prefiero no darle más vueltas a un tema del que me tengo que preocupar cuanto menos mejor.
Sus palabras frías llegaron a mí levantando una gran indignación, haciendo cambiar mi rostro y dedicándoles las palabras más respetuosas y menos precipitadas que me salían:
-Por favor, tenga un poco de respeto por estas personas a las que tenéis todo el día trabajando y que sólo quieren disfrutar un poco.
Una sonrisa nació de la cara del siniestro hombre y con total naturalidad dijo:
-Su borrachera no va hacerles disfrutar, sino atormentarse más y más dándoles vueltas a una moneda que siempre caerá en el lado de la cara, la cara de su vida, simplemente intentan huir de la monotonía de la fábrica y de su aburrido trabajo pero en vez de luchar por cambiarlo se ponen borrachos con la esperanza de creer que podrán cambiar algo. Las creencias como las suyas hace años que atan al hombre, humanos demasiado humanos. Si le soy sincero para acabar de convencerles de su sentido vano de vida lo mejor sería volarles la cabeza uno por uno. Sí, sé lo que está pensando, ¿y sus mujeres e hijos? Dándoles la muerte a sus hombres podríamos darles un sentido a sus vidas, algo por lo que sufrir para sentirse vivos y despreciar algo de verdad en vez de su pasividad ante la vida. El dolor les hará sentir más vivos.
Tras escuchar esto tan sólo pude decirle en tono desafiante:
-Si conoce el remedio ante tal enfermedad, ¿por qué no empieza a curarles? No sea tan egoísta pobre hombre y haga realidad su deseo.
Se puso en pie, abandonando su sonrisa y expresión me ofreció la mano, le correspondí sin poder evitar torcer el gesto. Sin que pudiese darme cuenta levantó el codo de su mano contraria y lanzó un golpe directo a mi cuello haciéndome caer al suelo con un gran dolor, llevó su mano a su abrigo y sacó un revolver con el que comenzó a disparar a sus trabajadores sin piedad. Todos asustados buscaban escondite lejos de el bar. Retorciéndome en el suelo conseguí que Lewis me viese como le indicaba el lugar de mi pistola que sacó rápido y disparó repetidamente contra su torso. Sin poder ejercer ninguna resistencia calló al suelo boca arriba, incorporándome y fijando mis ojos en los suyos le dije:
-Debió pensar que así acabaría con tranquilidad de nuestros ciudadanos pobre loco, espero que pueda pagar sus delitos allí a donde va.
Tratando de coger fuerza de donde pudiese consiguió soltar una última sonrisa con la que diría sus últimas palabras:
-Te sientes herido por mi acto de violencia nuevo amigo, pero sólo te fijas en lo más superficial, te enseñaron que la justicia resurgirían siempre, que estaría presente en todo momento, equivocado estabas. Tu justicia te cegó y no te dejó ver más allá de donde te encuentras. No puedo perder razón por tu ceguera y tu educación, tan sólo podré hacerlo por haberles permitido la vida a tan pobres animales carentes de espíritu, pobres de lucha y de metas, hombres condenados antes de llegar a ninguna razón. Gracias por concluir con mi final mi tan noble acto.
Tras su breve discurso que seguramente había estado años preparando y que cada día había estado atormentándole cerró sus ojos para siempre. Quizás su justicia no llegó tal y como el la esperaba, quizás estuvo equivocado y nunca llegó a saberlo. Yo sólo sé que espero no volver a encontrarme con tal maníaco.

Texto que quiero dedicar a un buen amigo mío como es Germán. Tras un gran tiempo de espera sólo puedo pedir que los disfrutes y te guste. Con aprecio de tu amigo César.

2 comentarios:

  1. Acabo de releer el fragmento, impresionante como la primera vez. Sigue así, cada día te superas

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  2. Muchas gracias German. Me alegro que siga gustándote. Intentaré seguir mejorando. Siempre ayuda un comentario.

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