Ha llegado el momento perfecto, tú y sólo tú contra el papel, contra tus pensamientos. La noche casi ha tocado la eternidad y tú sin dormir, desafiando a toda rendición por volver a la cama. El silencio no llegó, es más, cada vez se encuentra más lejos, ya no son los sonidos urbanos habituales los que alteran el orden. Son los insignificante los que se intensifican y distorsionan todo pensamiento. La oscuridad ha tomado las calles y tuvimos que enfrentarnos a ella.
Las sombras se proyectó con una mayor longitud, se ríen tomando formas aterradoras para intentar devolvernos al sueño. Es tiempo de que los miedos tomen el paso y se amontonen en nuestra cabeza hasta hacernos los ojos cerrar, el suficiente tiempo para la cordura retomar. La silla parece una cárcel, donde nosotros podremos acabar metidos si no impedimos que la luz se vaya para siempre. Será la chaqueta la que oculte al asesino que querrá llevarnos al otro mundo y gritar pidiendo clemencia ante la ignorancia del mundo que sigue durmiendo. Serán las rosas que quise regalarte cediendo las que ahora me hacen desconcertarme. Nada es lo que parece en la noche y la noche es todo lo que queremos que parezca.
El papel, la única escapatoria posible ante todos estos ataques de brujas y fantasmas que se pasean por nuestras retinas sin poder afirmar que son mentira. No me mires mirada triste, como si de poder perdonarte pudiera, pues no más vale la pena que hacerte volver por donde viniste. Siniestra criatura, llegaste tarde a mi mente para hacerme creer que esto no es más que un pobre mentira. Inclinarte podrás hacer si quieres conservar tu vida, porque de la noche del escritor lo escrito queda y el resto se olvida.
Las palabras surgen ante tanto nerviosismo, todo es capaz de alterarme y por ello escribo todo lo que a mi cabeza viene. No es miedo a ver algo que no deseo, es miedo a volver a esos pensamientos que tanto detesto. Tengo miedo de encontrarme de nuevo, no siendo en el pobre reflejo de un espejo. Momento perfecto para caer en dolorosos recuerdos, aquellos en los que éramos felices y me negaste la mano, donde ahogué mi pena en el lujurioso alcohol y nuestras absurdas noches tirados en el suelo llorando todo aquello que un día perdí.
Las palabras me abandonan, será que el tiempo me ha cogido, me devuelve de allí donde he venido. Vuelves buscando consuelo entre mis palabras, quizás olvides que hace tiempo que perdieron firmeza. No hagas caso a los poetas de madrugada, tan sólo quieren enfrentarte a sus miedos, aquellos a los que nunca se impusieron. Las palabras nobles vienen con mente descansada y no mente ahogada, no te dejes llevar por la amargura de los versos escritos envenenados por la locura. Pedir perdón es lo único que queda, para un pobre escritor que sigue amando a la Luna llena, siento haberos confundido y pediros que vuestra confianza vuelva conmigo. No os dejéis engañar por las sombras, tan sólo pretenden llevaros de nuevo a vuestras cunas, porque es la noche cuando todos añoramos la nuestra y sus tiempos de ternura. No hay maldad en vuestras cabezas al imaginar, tan sólo reclama la sed de soñar. Tengan derecho a soñar todos sin distinción porque todos somos víctimas en nuestros sueños, del poder de nuestra cabeza.
La entrada para todo ser nocturno, que lucha por encontrar en las sombras la nueva verdad, aquella que se encuentra entre el ruido de nuestras creencias. Buenas noches a todos.
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