La lista de valores
¿Qué hay detrás de uno de los empresarios más importante a sus veinticinco años con un éxito que se extiende en todos lo ámbitos de la vida?
Hola, soy Charles Smith, un hombre poco común de veinticincos años, metro ochenta y cinco, de ojos y cabello oscuros graduado en economía en una de la más importantes universidades de los Estados Unidos de América, Harvard. Detrás de mí, como de cualquier otra persona, hay una historia, aunque no creo que encuentren el resto de vidas tan interesantes como la mía. De mi personalidad, muchas teorías; unos dicen que soy un monstruo sin sentimientos, otros un psicópata, un loco... Para mí hay una respuesta más fácil, soy un hombre que ha superado al resto de los hombres y ha sabido evolucionar a algo más útil en la vida real, ya que los sentimientos nos hacen débiles.
Mi vida no hay sido muy sencilla, pero soy de las pocas personas que en cuanto a falta de cariño y atención he salido beneficiado. Mi madre ha sido incapaz de emitir ningún juicio sobre mi persona, nunca, se ha quedado al margen de mi educación. Esa sonrisa eterna, muchas veces fingida no se convertía en real cuando mi padre conseguía saldar otra operación éxito. Mi madre siempre tenía algo que hacer fuera de casa, siempre encargándose de encontrar una nueva forma de gastar nuestro dinero.
Mi padre por el contrario sí que tuvo algo que ver para que acabara donde estoy. Un hombre fuerte y alto, con un gran imperio a sus espaldas y unas ideas muy arraigadas a las costumbres y el pasado. Ese hombre admirador de Darwin probaba mi resistencia ante la vida a golpes, decía que sólo los fuertes sobreviven y que mi moratones eran signos de debilidad y mediocridad. Para él era un pobre ruso lleno de pájaros en la cabeza, con una revolución interior con la que creía poder cambiar el mundo. De él, la imagen de su característico bigote, ese que se movía de arriba abajo, de uno al otro lado cuando estaba enfadado y a punto de darme una paliza.
Mi vida, hace años que perdió todo su sentido. Soy un hombre que sigue adquiriendo habilidades y reconocimiento en el lugar donde desarrolla su actividad pero que está harto de la debilidad del resto de los seres humanos. No me gusta que la gente se pase el día quejándose, llorando porque no tienen una vida mejor, pero son egoístas casuales, no saben llevarlo hasta otro nivel y venderían a su madre por unos millones de dólares. Es injusto que después de conseguir tanto derechos, sigan viviendo en cuentos de niños pequeños, nunca van a madurar. Un lastre de una sociedad arrolladora y sin piedad.
Como podréis haber notado, no soy un hombre aceptado por muchos grupos sociales, nunca me ha interesado y siempre he estado mejor solo. Yo siempre he intentado parecerme a esos malos de películas y series que tanto gustan, aunque sigo sin entender cómo ellos son admirados en su fantasía y los tipos así en la realidad son despreciables. El ser humano y su contradicción.
De toda esta historia tiene culpa una lista que escribí cuando tenía dieciséis años, una lista de los grandes valores de la sociedad, un trabajo para el instituto. Ahora creo haber encontrado la liberación entre esas líneas que parecen resumir toda nuestra sociedad moderna y de la que creo que podré emanciparme si acabo con todos esos valores. La personificación de ellos es la forma más interesante que se me ha ocurrido para que puedan realmente significar algo y con su sangre tacharé uno por uno para poder completarla. La única oportunidad que tengo para poder ser y dejar ese que tanto me dificultad la verdadera libertad.
La persona que únicamente me conoce o puede acercarse a unos parámetros bastante exactos es él, el hombre que hay sentado en ese sillón escribiendo y analizándome. Su pelo canoso y con barba, su gafas y su corbata de los miércoles de un verde pistacho es el único que puede acabar con mi liberación. Un hombre que desde la primera vez que golpeé a un compañero a mis once años hasta dejarle inconsciente, cree ayudarme a superar mis traumas y dificultades en la vida. Un tal Nefway Stand.
"De mi vida puedo decir dos cosas, el dolor y el sufrimiento eran mi único analgésico y eso es algo que la sociedad nunca podrá llegar a disfrutar. Yo intentaré hacerles disfrutar de ese placer antes de morir, dándoles la oportunidad de ser un mártir, un ser humano que no aprecia su vida lo suficiente como para tener verdaderos principios."
Me alegra ver como progresa el blog :)
ResponderEliminarMe ha gustado esta entrada
Un beso!
Muchas gracias, eso intento, mejorar. Tenía ganas de empezar una novela, aunque fuera sólo para afrontar el reto y poder llegar acabarla. Sabes que eres un gran apoyo para mí y el blog. Gracias de nuevo. Un beso.
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