Sobre los sueños 2

El frío gélido de la atmósfera dificulta la respiración, no puede dejar de hacerme temblar y parece que bloquea mi habla tras haber intentado atacar con mi primera palabra y no puedo evitar quedar en evidencia. Su trono es el premio a mi decadencia, a mis derrotas y al dejar que se impusiera sobre mí. Desde aquellas murallas puede hacer controlar todo lo que le rodea sin nada que pueda hacer. A pesar de empezar como un fiel reflejo mío, he acabado siendo yo el suyo. He dejado demasiado tiempo para que pudiera ser quien hoy es.

Recuerdo sus palabras amartillando mi cabeza, el dolor casi tan real como si hubiera atravesado mi pecho sin pulverizar mis huesos y lo único que pude sacar de ello es una sonrisa que todavía no he sido capaz de borrar de su cara. Tras tanto tiempo pensando en cómo invertir esta situación, creo que por primera vez sé la forma en que pueda ser yo quien acabe con esta hegemonía y volver a quien realmente soy.

Hace años que me encaminé entre las sombras para poder llegar a ser esa persona que deseaba. Las noches bajo las estrellas liberando todo aquello que me estorbaba y que me liberaba de toda carga. Aguanté durante años todo aquello que no me dejaba avanzar, me entorpecía y me alejaba de ti. Eres la persona más pura y que más he ambicioné durante todo ese tiempo. Tuve que arrancar de mi manos esa piel que rebosaba disculpa, de mis ojos la compasión y de mi corazón el perdón para poder ser aceptado por ti y que me enseñaras el camino de la vida me ocultaba.

Dejé que fuera demasiado fácil que acabaras conmigo, que dejara florecer esa mala hierba sobre el sendero de mi cordura, que te apoderaras de mi recuerdos, los convirtieras en hojas de papel mojado que poco a poco ser iban arrugando y agrietaran sin oponer resistencia a tus órdenes y mentiras. Supiste ocultar todo el dolor, toda desesperación y ganas de perecer diciéndome todo lo que quería escuchar. Cuando me tuviste hiciste que todo se volviera gris, sin alegría con la que poder encontrar una razón más por la que vivir un sólo día más, algo que realmente pudiera hacerme de la vida disfrutar.

Supiste que tarde o temprano me arrepentiría, que intentaría volver a por ti para hacer que abandonaras el sitio que me pertenece. Jamás dejaste que entraran por la ventana ese sol que me enseñaba que había algo más lejos de las frías paredes en las que me hiciste reducirlo todo a cenizas para que el fuego de el olvido pudiera hacerme sentir el calor de el cariño que nunca más podría recibir. Con cada aliento desesperado conseguiste de mi boca arrebatar toda mi esperanza por volver a ver esos ojos que día a día me traían la calma de la que me quisiste privar.
Tus ojos no son capaces de reflejar mi mirada, son tan negros como el bajo el brillo de las estrellas y la luna oculta. Adivino que me miras porque tus ojos se dirigen hacia mí, tu sonrisa a un más extensa y tu recibimiento con la manos abiertas. El imperio bajo tus pies nos más que la miseria que pudiste mantener de él porque creíste que no necesitabas más, dueño de todo lo que un día me perteneció jugaste como si no hubiese un mañana y te cansaste tan rápido como el más caprichoso de los niños. Tu intención era dejar tu huella en ese suelo mancillado por tu pies descalzos rompiendo contra cualquier comparación con el ser humano.
Siempre creíste estar por encima del ser humano sobreponiéndote a todo debate, creencia o ideal. Fuiste fuerte como el que más, nada fue capaz de hacerte clavar tus rodillas en el suelo. No hubo nada que fuera capaz de arrancarte un mísero gesto de dolor o sufrimiento, siempre lograste acabar con todo lo que estuvo delante tuya, no llegaste a ver por encima de tu cabeza a nada ni nadie. La guerra es tu única forma de demostrar que sigues siendo el rey de todo lo que te pertenece, la forma de seguir demostrando que la derrota es algo inviable para el ser más auténtico que conozco.
Alejado de toda realidad, sin ninguna preocupación real, no hubo nada que pudiera contaminarte, nada que te pudiera hacer cambiar. La soledad es tu única forma de aislarte de todo aquello que está por debajo de ti, problemas de seres inferiores. Nadie te conoce, sabe tu nombre o puede hablar de ti excepto yo. Yo soy el único que puede tener una idea remota de lo que eres y posible gracias a que eres una parte de mí. Supiste pasar desapercibido ante las masas, sin levantar ninguna sospecha para que no pudieran reconocerte, que no pudieran darse cuenta de que no era yo el que había tras esa mirada.
He venido aquí sabiendo que a pesar de que logre alejarte de mí, algún día tras cerrar los ojos no vuelva a abrirlos siendo quien soy, sino siendo tú, pero no tengo otra opción para volver a mí mismo. Quiero volver a ser quien un día fui. Todas esas preocupaciones, cosas que me alejaban de la ambición de intentar ser algo mejor, eliminando la parte de mí que no me gustaba para parecerme a ti. Como bien me enseñaste en esta vida las cosas no se pueden hacer a medias, siempre hay que ir a por todas.
Sigo aterrorizado ante ti, sé que sabes muy bien como me siento pero ello no te impide tratarme con un invitado excepcional. Me haces pasar dentro de tu gran palacio, recorrer cada habitación para poder recordar mi paso por aquellos lugares, el dolor que todo aquello. Disfrutas de mi pasado, de lo que vivimos siendo compañeros de la vida. Basta de tanta cortesía y tanta falsa modestia, sabes a lo que he venido y no pienso volverme hasta irme habiéndolo conseguido.
Sabes que ésto no es más que el comienzo...