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En el bosque

El Sol es capaz de iluminar todo lo que está su alcance, de ser guía de cualquiera que se quiera aventurar en el bosque. Pero jamás se fíen, pues no estará ahí eternamente y deja a su amiga la Luna que tímidamente le supla. Esta hace lo posible, aunque cada día está un poco más llena, cada día un poco más vacía. Nadie se fía de la Luna, es muy traicionera. Menos lo harán de las nubes, que si no es para llover o nevar, ¿qué hacen ahí molestando? Es horrible, entre unos y otros, nadie tendrá la certeza de que podamos observar la pradera todo el tiempo que queramos. ¡Ojalá sople el viento con fuerza para que ninguna nube se interponga!

Foto de Isabel
Se escuchan los pasos alterando la tranquilidad del bosque. Sin huellas en el suelo, pero sí olores que se antojan extraños. Las ramas son acompañadas a apartarse y sin cuidado las sueltan haciendo que se descoloquen completamente. Son silbidos los que invitan a los pájaros a contestar, aunque no reconozcan a otros. Piedras que se mueven, otras que soportan increíbles pesos y ninguna está a salvo cerca del lago cuando les apetezca a los inquilinos jugar. Parece que los invitados de hoy se encuentran algo desorientados, pues se paran demasiado a contemplar y no se entiende qué se les ha perdido en el horizonte. De vez en cuando se detienen a mirarse mientras sonríen. No se sabe cuánto tiempo quedará este templo sepultado.

La paz siempre es el sonido, el aroma y el alma del bosque. Todo tiene su ritmo, su estructura y aunque pueda parecer que reina la anarquía, nada se mueve al azar. Cada uno de sus componente sabe perfectamente lo que tiene que hacer y ninguno se plantea quedarse a la espera de ver qué de emocionante podría pasar en su vida. La rutas son casi idénticas para muchos, ritos que se cumplen sin que a penas nadie se dé cuenta de ello. Son parte de una armonía que difícilmente se altera. Algo repetitivo, pero que jamás parece producir aburrimiento a cada uno de sus componentes. La melodía que nunca termina.

El silencio en la noche quizás se quiebre con pequeños reclamos de atención, pero se siente que se ha adueñado del lugar. Los sueños fluyen sin grandes alteraciones. El movimiento brilla por ausencia y el único que logra romper con ello es el viento. Impulsa con ganas de jugar todo lo que puede. Todavía hay gente que no quiere irse a dormir y lleva esperando todo el día este momento. Rebeldes que galopan entre las sombras sin miedo a que nadie les alumbre. Nadie quiere olvidarse de lo que sentirse libre en el bosque.

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