Un brusco golpe en el pecho que me hizo levantarme sobresaltado, sin poder sacarme esa frase de la cabeza. ¿Qué quería decir y quién era Tayler? Intenté encontrar a hombres con los que había tenido una relación con ese nombre. Era complicado poder acordarme de todos lo nombres de mis empleados, donde pudiera encontrarse ese tal Tayler. Sin más dilación me levanté para prepararme y dirigirme al trabajo.
El camino hacia el trabajo fue como otro día cualquiera; tráfico, desesperación y enfado. Nada suele salirse de lo normal en un día de trabajo, pero hoy sería un día especial, o eso parecía. Al llegar y tras aparcar me quería acercar a los empleados a preguntar si conocían la identidad de la persona que buscaba inquieto. Así fue como me acerqué a la cafetería a preguntar a mis empleados sin levantar mayor sospecha. Como otro día cualquiera estarían todos en una mesa media hora antes de entrar discutiendo de lo que habían hecho ese fin de semana. El silencio era insoportable entre ellos, se miraban, sorbían de su café y desviaban la mirada hacia otro lado como intentando evitarse. Lo que más me sorprendió es que lucía todos golpes en la cara, algunos ojos morados y cicatrices.
Me dispuse a preguntarles por Tayler, no recibí respuesta entonces. Ni si quiera nadie se giró para mirarme a la cara, ninguna intención de moverse. No me sentó nada bien ese gesto, volví a repetir la pregunta, ninguna respuesta. Levanté la voz intentando captar su atención y conseguí que levantaran su mirada durante unos segundos. Ya cabreado pregunté por el estado de sus rostros a lo que todos me miraron, después entre ellos con una sonrisa que acabó con mi paciencia. Lo primero que me vino a la menta fue irme y es lo que hice.
Fui al baño intentando buscar de nuevo la calma. Fui directo al lavabo, miré al espejo, llené mis manos con el agua que caía y agachando mi cabeza la esparcí por mi cara. Dejé que resbalara por los poros de mi piel durante unos segundos y después la sequé con una toalla. Al levantar la vista vi a un hombre que se reflejaba en el espejo. Permaneció durante unos segundos en mi retina, tardó poco en marcharse. La primera reacción fue mirar hacia atrás para encontrar de quién era es reflejo, nadie cerca para poder justificar ese acontecimiento cuanto menos extraño.
Así fue como me marché a mi despacho y sin más sobresaltos acabé el día de trabajo. Esa noche todavía seguía inquieto y al sentirme un poco solo decidí bajar al bar que se encuentra a un par de manzana de mi calle. Paso lento y sin mucho ánimo, no tenía demasiada prisa por llegar. Iba observando las calles vacías a altas horas de la noche. Aparecieron a mi espalda casi corriendo dos hombres con la cara igual que mis compañeros. Así que sin pensarlo demasiado me puse a seguirles. El bar podía esperar. Quizás encontrara a ese hombre llamado Tayler allí, o eso me gustaba pensar, todos sabemos que sería poco probable. No importaba el resto ahora, quería saber el por qué de esas caras machacadas, esos pómulos amoratados y esa indiferencia ante aquél hecho.
Llegué a un callejón en el que se encontraban unos cuantos hombres de las mismas características a los anteriores. Sus caras inexpresivas mirando a uno que parecía dictar una serie de leyes para lo que llamaba "El club de la lucha". Nadie pareció percatarse de que yo estaba allí, yo mientras seguía intentando integrarme buscando la cara de aquél hombre que hallaba en el centro. Cuando por fin pude adentrarme entre la multitud y le vi la cara casi se me sale el corazón. Ese hombre que había aparecido delante de mi espejo estaba allí, delante de mis ojos y no era el único que al parecer podía verle.
Cuando acabó de enunciar aquellas leyes no pude evitar pregúntarle quién era él y que estaba haciendo. Tras una sonrisa y mirar a su alrededor sin creer lo que estaba escuchando aclamó su nombre, Tayler. Al parecer estaba de alguna forma predestinado a llegar allí, a encontrarme con él. La rabia que recorría mi cuerpo sin ninguna explicación me hizo retarle a combatir conmigo. El tan solo puso como condición que me deshiciera de mi chaqueta y corbata a lo que añadió:
-Bienvenido al club de la lucha, como es tu primera noche tienes que combatir. Has elegido hacerlo contra mí, pero si quisieras quedarte no tendrías otra opción. Vamos a combatir.
Sin mucho problema se quitó la camiseta, la lanzó lejos donde a ninguno pudiera molestarnos y se puso a calentar. Yo no sabía qué estaba haciendo, así que decidí que era una buena idea calentar también. Cuando estuvimos listos, todo el mundo hizo un círculo a nuestro alrededor. Clamando y animando todos a nosotros, el centro de atención.
Jamás había sentido una necesidad mayor de partirle a alguien la cara. No sé si sería por vengarme de mi compañeros por encontrarle culpable, por propio orgullo o porque me estaba dejando llevar por una estúpida idea que me había desestabilizado en la mañana. Así que sin más fui a por él. Mi falta de experiencia fue castigada tan rápido como conseguí acercarme a él.
Los golpes me caían por todos lados, no sabía cómo defenderme. Los golpes me arrebataban el aire que difícilmente podía robar cada segundo. No podía evitar recibir uno tras otro sin poder levantarme. Cada segundo se eternizaba, mis oídos se ausentaban con un insoportable pitido y la sangre caía de mi cuerpo sin encontrar resistencia. Empecé a sentir como me ausentaba de aquél lugar, mi mente se marchaba lejos de aquél callejón. Las palabras no llegaban de ninguna parte, se ausentaba el dolor poco a poco. Sentía como si hubiera encontrado la liberación, como si el dolor me liberara del lastre de mi cuerpo para no sentirlo nunca más.
Ya había terminado todo. El público aclamaba la victoria de Tayler mientras algunos se acercaban para comprobar que no había perdido el conocimiento. Las cosas podrían haberse acabado en aquél instante, pero al parecer no quería que siguiera sufriendo. Mi mente parecía centrarse de nuevo en ese lugar, miraba cómo me observaban todos y poco después me levantaban. Al parecer mis palabras les tranquilizaron y acabaron con aquél martirio.
Tayler me ofreció su mano, la correspondí y me felicitó por el combate aunque tuve poco que hacer contra él. Con una sonrisa de oreja a oreja me volvió a dar la bienvenida. Me preguntó por mi nombre y otras cosas. Me quedé con él el resto de la noche, por lo menos hasta que todos se fueron. Me ayudó a secarme la sangre de la cara mientras me seguía contándole lo que me había pasado. El se reía, le parecía increíble haber aparecido así en mi vida y haberle encontrado tan rápido. El no me contó a qué se dedicaba o como pasaba su vida a parte de asistir al club de la lucha, para marcharse me dijo:
-Me alegra haber peleado contra ti, estás cerca de encontrarte a ti mismo. Yo sólo puedo decir que estuve buscando grande hombres y no he encontrado más que monos imitadores de su ideal-. Con una sonrisa más se despidió de mí.
Un día complicado al parecer, pero no podía sacarme de la cabeza esa sensación que había experimentado. De camino a casa empecé a comprender la reacción de mis compañeros de trabajo, sus caras y su indiferencia. Pero seguía sin entender por qué Tayler apareció así en mi vida para darme tal lección. Las cosas no cuadraban. Quizás sea que necesitaba un pequeño empujón para ver la vida de otra forma y de ello no iba a ser capaz yo solo.
Al parecer la vida nos guarda lecciones lejos de nuestras preguntas incontestables. Somos víctimas de situaciones que nos llevan a límites desconocidos, lugares que nos hacen experimentar sensaciones jamás imaginadas. Saliendo de los límites de la imaginación y la compresión para darles explicación que nos sirva para tranquilizarnos.
La vida guarda grandes momentos para aquellos a los que los límites se pueden extender hasta rozar con los dedos la muerte. El riesgo nos hace apreciar la vida un poco más durante unos segundo, perderla por otros y sentir el aire frío de la caída al vacío sin saber de ello lo que puedes esperar. Lo sé porque lo sabe Tayler.
Quería dedicarle este texto a esta obra que me ha marcado de una forma diferente. Sin hacer distinción entre el libro y la película, me apetecía añadirle un capítulo alternativo como tributo. Espero que nadie se lo tome a mal, conozco la importancia de la obra y no pretendo acercarme a la original, sólo hacer de ello una reflexión, opinión o mostrar mi idea de ella.
Hola Buenas César, es un placer visitar tu blog. Decirte que me ha gustado esta historia del jefe en su vacío existencial, encontrando a tayler y a si mismo :)
ResponderEliminarTraffic-club
Cambiando el Paradigma
Muchas gracias por tu comentario y reconocimiento. Me anima a seguir escribiendo. Un saludo.
ResponderEliminarHola Cesar, le tengo un cariño especial a la película, el libro solo lo he leído una vez (estoy pendiente de una segunda lectura) y creo que este fragmento que nos regalas muestra muy bien lo que viene siendo Fight Club. Felicidades. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte Wolfdux. Me alegra que te haya gustado la entrada. Un saludo.
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