Un minuto más
Respiración lenta, pausada, me quedan pocas caladas del cielo encendido, la esperanza apunto de consumirse, de la ceniza de la vida. El humo de la purificación recorre mis pulmones para acariciarlos con cariño, para hacerlo con cuidado, ellos me hacen recordar tiempos mejores. Quiero que es humo me asfixie de una vez, que me cierre los ojos por última vez, que me haga sentir amado por el resto de mi existencia.
Me siento atado una caja llena de sorpresas, a un mechero cargado de fuegos artificiales. Ese papel que envuelve tu amargo cuerpo que no puede salir de mi cabeza. Esa sustancia que me hace sentirte cerca y la vez tan lejos.
Me pediste que dejara todo por ti, lo hice, no lo dudé. Me dejaste sin ver a mi hijos madurar, sin ver a mis nietos crecer. Todo lo perdí por tu culpa, arrastraste todo cuanto me quedaba, tanto cuanto amaba y aún así te fui fiel. Frecuentaba su aroma con demasiada frecuencia, con demasiadas ganas, con ganas de que me llevases lejos.
No fui cobarde por intentar cambiar aspectos de mi vida, solo quise mejorarlos. Fui engañado, me desterraste de este mundo, de la vida y no me preguntaste antes. Poco a poco te hiciste inseparable para mi y pronto me dejaste en manos de la muerte.
Cada calada era más profunda, cada calada rozaba más mi corazón. Parecías la solución a mis problemas, tan solo fuiste otra mentira más en mi vida, algo que aparentaba ser perfecto, a medida que te conocía te sentía más y más cerca y creía que vivirías conmigo para el resto de mi vida, el punto y final lo colaste demasiado pronto. No me dejaste despedirme de mi familia y amigos, todo me lo has quitado y lo seguirás haciendo con los demás. Dejando caer que nosotros seguiremos siendo tan idiotas de caer en tus encantos.
Enfermizo ejercicio, andadura sobre cuerda tensa, caminando por el filo de la vida, quien no arriesga no gana, infelicidad gané, enfermedad y la muerte. Palabras perdidas en un cuerpo que ya nada puede transmitir, nada puede mostrar, si no lástima de la falta de vida, de la falta de vivir. Nada he aprendido de los ratos contigo, nada excepto que a pesar de que cada día eras más amargo, cada día más insustituible y cada días más letal. Aprendan de mis palabras cuanto quieran, rían cuanto les permita su vida, el día que no encontremos en el cementerio, díganme: buenos días. Pobres ignorantes, tan felices expulsando el deprimente humo pos sus bocas, gente de pura decadencia. Desde lo más profundo de mi corazón decir gracias, quereros más no podré y aún sin poder abrazaros seguiré queriéndoos más que a mi vida. Lo siento.
Posible palabras de un alma que descansa en paz, que me ilumina, que para mi sigue siendo una persona difícil de describir pero que para mi siempre guardó una sonrisa. Lamento poner en su boca estas palabras. Más o menos supongo que estaría de acuerdo conmigo. Siento si no es así pero lo cierto es que el tabaco si no se llevó a mi tío, media vida le arrancó.
Con todo cariñó y afecto de un hombre que todavía te quiere aquí, desde la tierra. Gracias por todo tío. De tu sobrino César Craravaca Martín. Te quiero y nunca te olvidaré.
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