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Tiempo

Todo decayó, todo quedó reducido a cenizas, el mundo, no es nada desde que diste tu poder al calculador, al controlador y al degenerador.
Caminaba yo entre la penumbra, luchando por encontrar algo al final del camino o tan solo poder diferenciar algo. El Sol marchaba ya lejos, no hayábamos en la noche, las masas corrían sin control buscando la calma entre gritos y desesperación, yo pasivo seguía con mi paso tranquilo y pensativo. La respuesta se encontraba cerca, podía sentir la presencia de la verdad, del porqué de todo ésto. Nos encontrábamos en el más súbito desconcierto, en el más estúpida locura, en vez de hombre razonables podía ver en los ojos de la gente caras de animales asustados huyendo de la muerte.
Se chocaban unos contra otros, todos pendientes de no perderse, por lo menos de no perder a aquellos a quiénes seguían, pero si el mundo está perdido y tiene necesariamente a otros que buscan seguir a otros, ¿a quién de verdad estamos siguiendo? ¿No será que toda oveja sigue a un rebaño sin pastor? Empeñados en buscar una cabeza que conozca la respuesta de todo nos encontramos.
La fuerzas de gritar y correr hacía ninguna parte son tan fuertes como las ganas de encontrar lo inalcanzable, inexistente, inimaginable. Podemos contar más rápido, más lento, pero el seguirá su ritmo, no se parará por mucho que lo intentemos, por  mucho que lo deseemos...
El mundo se nos escapa de entre los dedos, no podemos agarrarlo, no pesa tanto en su inmateria. Sentados esperando a que todo pase pues no podemos hacer poco más, los tiempos están marcados y todo se cumple, no se puede burlar, no se puede jugar con él tan solo se escapa más rápido cuando estamos disfrutando y más lento cuando estamos sufriendo, tan solo está en nuestra cabeza. 
El tiempo no existe, nunca existió. El empeño del hombre por darle un nombre, por darle un sentido, por darle tanto poder y hacer posible su existencia ha sido uno de los mayores errores que se ha cometido. Ha venido a quedarse, ha venido a imponer las cosas mediante sus normas y reglas. El inicio ya lo marcó, el final, tan solo esperar nos queda.
Mientras tanto sigo caminando allí dónde por fin puedo percibir la luz, allí dónde puedo distinguir algo que me da la mínima esperanza para no acabar con todo en este mismo momento, para no desvariar, para mantenerme firme ante mis impulsos llevados de la mano por mi incoherencia, por mis ganas de saltar y no pisar jamás el suelo. 
Gritemos bajito para poder sentir las vibraciones de mi voz, para sentir que podemos sentir como se acercan las pisadas lentas, para sentir como todo se no escapa, para sentir que el mundo vuelva a sentirlo, a sentir que todo está bien, que todo vuelva a normalidad.
He llegado al final del camino, tras el largo camino he podido comprender que no había solución, todo tuvo una respuesta desde el principio, el rey de la historia, el Tiempo. Dejemos que nos inunde en su infinito poder, tal vez mañana nos permita vivir un segundo más.
César Craravaca Martín 

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